Esta reproducción de un microscopio de Leeuwenhoek consiste en una pequeña lente biconvexa montada sobre una placa de latón, que se sostenía muy cerca del ojo. Las muestras se montaban sobre la cabeza de un alfiler que se podía desplazar en sentido vertical, mediante unos tornillos que permitían enfocar.
En realidad, el microscopio de Leeuwenhoek era una simple lupa, pero de exquisita calidad, con la que se podía alcanzar hasta 200 aumentos. Leeuwenhoek descubrió por primera vez lo que él llamaría «animálculos», y que en realidad hoy sabemos que son protozoos y bacterias. Fue el primero en ver los glóbulos rojos y los espermatozoides. Sus dibujos de bacterias publicados en 1684 son de una excelente calidad y nos permiten reconocer varios tipos de bacterias frecuentes, como los bacilos, cocos, grupos de cocos, etc. No compartió con nadie su forma de pulir o tallar las lentes y no dejó ninguna indicación sobre sus métodos de fabricación. La ciencia tardó casi 200 años en volver a desarrollar una técnica equivalente.
Sus microscopios simples tenían mayor poder de resolución que los microscopios compuestos de su época (y épocas posteriores) debido fundamentalmente a dos motivos. El primero, al exquisito pulido y tallado de las lentes. Y el segundo, porque los microscopios compuestos no corregían las aberraciones esféricas que se producen en las lentes, incrementadas éstas al pasar la luz por el objetivo y la lente ocular.
No vendió ninguno de sus aparatos. Solo regaló algunos a personalidades relevantes. Existen solo diez aparatos originales.